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La contaminacion del aire mata a millones cada año

LA CONTAMINACIÓN DEL AIRE MATA A MILLONES CADA AÑO

 

El derecho a respirar es, viéndolo bien, el más fundamental de los derechos; más que la alimentación, más que el agua. Y ese derecho está bajo enorme riesgo justo ahora. De las casi 6.1 millones de muertes debido a la contaminación del aire registradas en 2016, 4.1 millones se pueden atribuir a la polución ambiental o al aire libre, de acuerdo con el IHME. Dicha polución proviene de fuentes como los vehículos, las plantas que queman carbón, y las fundiciones de acero. La polución casera o bajo techo también es un problema importante en países con bajos niveles de ingreso debido al uso de fuego al interior para cocinar y calentarse, el cual está relacionado con unas 2.6 millones de muertes al año.

LOS MÁS POBRES SIEMPRE LA PAGAN

La polución del aire es, sin lugar a dudas, un problema de salud global, pero no todos los países sufren en la misma medida.Por lo menos 1.6 millones de muertes (LINK) fueron producto de la contaminación ambiental en la India el año pasado, de acuerdo con el IHME. Ese mismo año, la contaminación del aire se relacionó con casi 123 de cada 100,000 fallecimientos en el país, una cifra que figura entre las mayores en el mundo.

LA CONTAMINACIÓN Y EL CAMBIO CLIMÁTICO, EL COCTÉL MORTAL PARA QUE TODO EL MUNDO SE TIENE QUE TRAGAR

Debido a la movilidad de la contaminación del aire y los problemas de salud relacionados, ningún país puede solucionar sus problemas de polución ambiental por sí mismo. El aire sucio derivado del consumo en China se relacionó con unas 3,100 muertes prematuras en EU y Europa Occidental en 2007, de acuerdo con un artículo publicado en 2017 en el medio especializado Nature (en inglés). Al mismo tiempo, casi 110,000 muertes prematuras en China se relacionaron con la polución derivada del consumo en EU y Europa Occidental.

A LA CONTAMINACIÓN AMBIENTAL NO LE IMPORTA LAS DIVISIONES POLÍTICAS

Se espera también que el cambio climático agrave esas preocupaciones globales, dicen expertos de salud pública. Anticipan que el cambio climático detone una serie de problemas de salud pública, como muertes relacionadas con el calor o el frío, un mayor riesgo de enfermedades y problemas mentales, así como desplazamientos provocados por el clima y condiciones climatológicas extremas. El cambio climático también incluye en las tendencias de la contaminación: las temperaturas más cálidas incrementan los fuegos forestales, los cuales provocan contaminación ambiental. También contribuye a un mayor nivel de ozono a nivel suelo, el cual es uno de los principales componentes del smog urbano, lo que puede provocar problemas sanitarios como el dolor de pecho, la irritación de la garganta e inflamación del pulmón, informa la Agencia de Protección Ambiental de EU (EPA).

La captura del CO2 no será la solución al cambio climático

Caer en esta tentación climática es bastante fácil. "Pensar que la tecnología vendrá al rescate si no logramos mitigar [reducir los gases de efecto invernadero] lo suficiente puede ser una visión atractiva", admite Thierry Courvoisier, presidente del Comité Científico Asesor de las Academias Europeas (Easac, sus siglas en inglés). Pero crear "unas expectativas poco realistas" sobre esas tecnologías podría tener consecuencias irreversibles "para las generaciones futuras", escribe este astrofísico suizo en un informe de Easac.

Courvoisier se refiere a la lucha contra el cambio climático y, en concreto, a las llamadas tecnologías de emisión negativa –básicamente, capturar los gases de efecto invernadero de la atmósfera y almacenarlos para controlar el calentamiento global–.

El Acuerdo de París, el pacto internacional que debe guiar la lucha contra el cambio climático durante este siglo, se marcó como objetivo que el aumento medio de la temperatura del planeta en 2100 se quede por debajo de los dos grados y en la medida de lo posible dejarlo en el grado y medio. Para ello establece que se tendrá que alcanzar "un equilibrio entre las emisiones antropógenas" y "la absorción" de los gases de efecto invernadero a través de "sumideros" en la segunda mitad del siglo. Es decir, se abría la puerta a esas tecnologías de emisión negativas como herramienta para poder alcanzar los objetivos de París.

Pero Easac, que está formado por las academias de ciencias nacionales de los miembros de la UE, ha analizado el impacto potencial de estas tecnologías a través de un informe especial, elaborado por 12 investigadores, y rechaza que puedan desempeñar un papel fundamental: "estas tecnologías ofrecen solo una limitada posibilidad realista de retirar el dióxido de carbono de la atmósfera y no en la escala prevista en algunos escenarios climáticos".

Aunque en el informe se reconoce el papel futuro que podrían tener estas técnicas, se añade que "no en los niveles necesarios para compensar unas medidas de mitigación insuficientes". Es decir, los Gobiernos no podrán compensar con la captura de CO2 –el principal gas de efecto invernadero– los recortes de las emisiones que no hagan, fundamentalmente, en su sector energético, que supone alrededor del 80% del dióxido de carbono que expulsa la economía europea.

Cuando un Estado ratifica el Acuerdo de París, que se cerró en la capital francesa en 2015, debe presentar planes nacionales de recortes de sus emisiones. Pero los que hay sobre la mesa, que abarcan el periodo comprendido entre 2020 y 2030, no son suficientes para lograr el objetivo de los dos grados. La ONU estima que, para 2030, las emisiones mundiales tendrían que rondar las 40 gigatoneladas al año; sin embargo, al aplicar los compromisos nacionales de los firmantes del acuerdo se estima que, para esa fecha, el mundo estará rondando las 55 gigatoneladas de gases de efecto invernadero. Y el problema es que esa brecha vaya aumentando con el paso de las décadas y se agote rápidamente el denominado "presupuesto de carbono" –la cantidad de gases de efecto invernadero que la humanidad puede emitir de aquí a final de siglo si quiere cumplir la meta de los dos grados–. Ahí es donde entrarían en juego las tecnologías de emisión negativa para retirar de la atmósfera los gases que se han expulsado de más.

Easac concluye que, con el nivel de conocimiento actual, estás tecnologías no podrán salvar la papeleta. Y advierte de que la implantación de estas medidas de captura del dióxido de carbono a gran escala implicará "altos costes económicos y probablemente importantes impactos sobre los ecosistemas terrestres o marinos". Alerta el estudio además de que en los escenarios que planea el IPCC –el grupo de científicos que analizan el cambio climático bajo el paraguas de la ONU– se da un papel fundamental a las tecnologías de emisión negativa. De hecho, sostienen que en 344 de los 400 escenarios que plantea el IPCC en los que el mundo tiene posibilidades de cumplir con la meta de los dos grados se asume que la captura de CO2 a gran escala será necesaria.

El estudio de Easac, por lo tanto, concluye que los Gobiernos deben "centrarse en reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero" y revisar al alza, tal y como establece el Acuerdo de París, sus compromisos cada cinco años.

Los árboles almacenan los efectos de la contaminación atmosférica

Un equipo internacional de personal investigador liderado por la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla), CETEMAS (Asturias) y el Instituto Pirenaico de Ecología (IPE-CSIC) (Zaragoza) ha desarrollado un estudio que concluye que el incremento de emisiones atmosféricas por el desarrollo industrial y la detección a nivel global de erupciones volcánicas pasadas, entre otros cambios químicos de la atmósfera, podrían ser registradas en los anillos anuales de crecimiento de los bosques centenarios de la Península Ibérica. 

En concreto, en árboles viejos refugiados en la alta montaña de áreas remotas menos explotadas que otras que se encuentran a menor altitud. Se trata de los bosques subalpinos de pino negro (Pinus uncinata)de los dos Parques Nacionales pirenaicos “Ordesa y Monte Perdido” y “Aigüestortes i Estany de Sant Maurici”.

Esta investigación ha sido liderada por Andrea Hevia, investigadora de CETEMAS y colaboradora del IPE-CSIC y, además, ha contado con personal científico de la Universidad de Barcelona y la Universidad Técnica de Múnich (Alemania). El trabajo ha sido publicado recientemente en la revista Science of the Total Environment bajo el título “Towards a better understanding of long-term wood-chemistry variations in old-growth forests: A case study on ancient Pinus uncinata trees from the Pyrenees”.

Los autores de este trabajo han analizado los cambios temporales de la composición química de los anillos anuales de crecimiento de los árboles viejos del Pirineo, empleando dendroquímica y utilizando el análisis indirecto de la composición química de los anillos a escala anual y estacional a partir de un escáner especializado y no destructivo de maderas -Itrax multiscanner, Cox Analytical Systems- que usa como método la fluorescencia de rayos X. De este modo, han desarrollado una novedosa metodología que analiza los cambios atmosféricos en los últimos 700 años a escala anual, e incluso estacional, a partir de los anillos de crecimiento de los árboles.

Los investigadores e investigadoras observaron un incremento del contenido en elementos como el fósforo, azufre y cloro a partir del año 1850, periodo en el que comienza la revolución industrial en Europa y, por tanto, el aumento de las emisiones de algunos de estos elementos a la atmósfera. La fijación de estos componentes en los anillos de crecimiento de la madera se ha visto favorecida también por el aumento de las temperaturas a nivel global.

Este trabajo analiza datos de elementos químicos esenciales en el desarrollo de la madera como el calcio. De este modo, los autores concluyen que la nueva metodología permitirá entender mejor la dinámica de los ciclos biogeoquímicos de los bosques y su interacción con los efectos antropogénicos y climáticos, ya que permite comprender cómo los árboles gestionan los nutrientes a escalas anual y estacional durante siglos. 

Por otro lado, se han podido analizar por primera vez los efectos del cambio climático en relación con los ciclos de nutrientes en los bosques, así como el registro de eventos a nivel global. Por ejemplo, se ha podido conocer cómo las erupciones volcánicas que suceden en lugares remotos son recogidas por bosques de la Península Ibérica.

Para este equipo de investigación, “una vez comprobada que esta nueva metodología permite entender multitud de procesos biogeoquímicos asociados con los bosques y el medio ambiente a escala regional, el objetivo futuro será mejorar y ampliar las series de registro dendroquímico a otros tipos de bosque de la Cuenca Mediterránea, Europa o resto del planeta”, según comenta el investigador de la UPO Raúl Sánchez Salguero.

¿La contaminación produce bellos atardeceres?

¿Qué causó que el atardecer de ayer en Medellín se tornara tan vibrante? Muchos se preguntaron esto en redes sociales y compartieron fotografías que revelan colores inesperados.

Según Danilo González, candidato a doctor en Física, “ciertas tonalidades tienen que ver con la contaminación, por ejemplo, cuando hay quemas, erupciones volcánicas o excesos de contaminación, los atardeceres son especialmente más rojos y hasta logran tonos violetas”.

Los colores del cielo son el resultado de la luz solar interactuando con las moléculas del aire, principalmente con el nitrógeno y el oxígeno.

En general, cuando el Sol está en el horizonte su luz debe atravesar una capa de atmósfera más extensa que si está en el cenit, justo encima de nuestras cabezas. Allí el nitrógeno dispersa con mayor facilidad las luces azules que las más rojizas, pero según Mario Sucerquia, físico de la Universidad de Antioquia, “ayer había un fenómeno extra que se puede ver en las fotos: las nubes jugaron un papel adicional, estas estaban a gran altura sobre el horizonte, bloqueando el color azulado típico del cielo”.

El cielo cambia su tonalidad dependiendo del tamaño de las partículas suspendidas en el aire. Los atardeceres en Santa Marta, por ejemplo, son de un rojo muy intenso debido a que las partículas microscópicas de carbón del Cerrejón impiden la propagación de las luces de onda corta, las azules.

Así que, en general, la contaminación puede hacer que los colores rojizos sean muy intensos, pero si la contaminación es muy alta, y es producida por partículas muy pequeñas como las PM 2,5 que nos han tenido en alerta ambiental, esta pude atenuar la intensidad de los colores pero harán el cielo más brillante.

Según González, “esas eran las condiciones del cielo de ayer y la luz que se vio. O sea que estamos ante uno de esos fenómenos que muestran la belleza de lo feo, si se quiere mirar de esa manera. Un bonito atardecer gracias a la contaminación.”

 

¿Por qué no vimos este atardecer en días pasados?

 

Según González, “antes las capa de nubes había estado muy densa y tiene que haber una combinación de posición del sol -atardecer o amanecer-, y una capa de nubes no muy gruesa que deje un espacio para que la luz del sol las pueda iluminar”.

 

Cuadros famosos ayudan a estudiar la atmósfera pasado de la Tierra

 

En 2014 un equipo de investigadores griegos y alemanes demostraron que los colores de los atardeceres pintados por artistas famosos pueden ser utilizados para estimar los niveles de contaminación en la atmósfera más allá de la Tierra. En particular, las pinturas revelan que la ceniza y gas liberado durante las grandes erupciones volcánicas dispersan los diferentes colores de la luz solar, por lo que parecen puestas de sol más rojo. Los resultados se publicaron en Atmospheric Chemistry and Physics, una revista de acceso abierto de la Unión Europea de Geociencias (EGU).

¿Somos conscientes de lo que significa contaminación atmosférica urbana?

Hasta un 95% de la población europea vive en ciudades donde se superan los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Junto con el Banco Mundial, la OMS alerta que “al menos la mitad de la población mundial está privada de servicios de salud esenciales” además de advertir que la elevada contaminación del aire "está alcanzando niveles que ponen en peligro la salud de la gente y es responsable de la muerte anual de más de dos millones de personas".

Revisando la base de datos sobre la polución mundial realizada por la misma organización, cerca de la mitad de los países del mundo superan los niveles de toxicidad permitida, fijada en 200 microgramos de las partículas contaminantes grandes (PM10) por metro cúbico.

¿Qué es lo que esto significa? Que, por encima de ese nivel, el aire que se respira es perjudicial para la salud e incide en el riesgo de padecer alguna enfermedad respiratoria y cardiovascular.

España cuenta con unos niveles ligeramente superiores a los recomendados. Recientemente, ciudades como Guadalajara, Barcelona, Sevilla, Madrid, Zaragoza y Salamanca han superado el nivel de dióxido de nitrógeno (NO2), el cual está vinculado a las emisiones provocadas por los automóviles, en particular, los que funcionan con carburante diésel. Este contaminante es altamente perjudicial ya que afecta al tracto respiratorio y puede estar vinculado a enfermedades crónicas.

Tal y como destacó Juan Bárcena, responsable de calidad del aire de la ONG Ecologistas en Acción, parece que la información que se facilita a la población no está ajustada a la gravedad del problema y es necesario ofrecer mejor información a los ciudadanos ya que este, debe ser un asunto prioritario.

Miembros de la ONG ya han realizado la denuncia pertinente a cada uno de los ayuntamientos mencionados para que se adopten medidas para intentar reducir este elevado índice de contaminación atmosférica urbana. De este modo, se podrían aplicar medidas preventivas como por ejemplo facilitar información a la población, implementar como norma la reducción de velocidad en las principales vías y limitar la entrada de vehículos dentro de los centros urbanos.

Los principales emisores de sustancias contaminantes son el uso del vehículo de motor y, a nivel secundario, algunas actividades industriales (tal como se explica en este documental). La OMS alerta que la contaminación del aire provoca más de 30.000 muertes anuales y es que solo algunas ciudades como Barcelona, Avilés, Gijón, Valladolid, Valencia y Madrid disponen de protocolos de protección de salud.

Miguel Ceballos, coordinador del informe de calidad de aire en Ecologistas en Acción aseguró que en 2016 se incrementó el gasto de combustible de automóviles: “hemos tenido más coches circulando, los niveles más altos desde 2011, pero se ha producido un descenso de la producción de electricidad de las centrales térmicas que queman petróleo, carbón y gas natural".

 

Debemos tener en cuenta que la contaminación atmosférica va de la mano con el cambio climático; para poner un ejemplo, la disminución de la contaminación del año 2016 se ha atribuido a las condiciones meteorológicas y, de hecho, se ha confirmado este 2017: las cifras han empeorado por las olas de calor, así como el aumento del tráfico rodado, el consumo de combustibles fósiles, y el incremento de consumo de electricidad, que está alcanzando los niveles de 2008.

Es momento de poner en marcha medidas efectivas serias en nuestras ciudades porqué hay sectores de la población que son muy sensibles a la contaminación atmosférica urbana, como las mujeres embarazadas, niños y ancianos, sin obviar las personas con problemas cardiovasculares y respiratorios.

En el mundo, Sorprenden las elevadas cifras de muertes atribuidas a la contaminación atmosférica: China (1.032.833 fallecimientos al año), India (621.138), Rusia (140.851), Pakistán (59.241), Ucrania (54.507), Egipto (45.531), Bangladesh (37.449), Turquía (32.668), Japón (30.790), Filipinas (28.696), Vietnam (27.340), Polonia (26.589), Brasil (26.241), Alemania (26.160), R.D.Congo (23.034), México (16.798) y Reino Unido (16.355). Según la OMS, cerca del 90% de las muertes relacionadas con la contaminación del aire se producen en países de ingresos bajos y medianos y, dos de cada tres muertes se producen en países de Asia Sudoriental y del Pacífico Occidental.

Ha llegado el momento de empezar a cuidar nuestras ciudades.

¿Por qué aumentan las emisiones de metano?

Involucran el reciente aumento en el metano atmosférico con un nuevo cálculo de las emisiones de los incendios globales.

Un nuevo estudio dirigido por la NASA ha resuelto un rompecabezas que involucra el reciente aumento en el metano atmosférico con un nuevo cálculo de las emisiones de los incendios globales. 

El nuevo estudio resuelve lo que parecían diferencias irreconciliables en las explicaciones para el aumento en las emisiones de metano, un potente gas de efecto invernadero.

Las emisiones de metano han aumentado drásticamente desde 2006. Diferentes equipos de investigación han producido estimaciones viables para dos fuentes conocidas del aumento: las emisiones de la industria del petróleo y el gas, y la producción microbiana en ambientes tropicales húmedos como marismas y arrozales.

Pero cuando estas estimaciones se agregaron a las estimaciones de otras fuentes, la suma fue considerablemente mayor que el aumento observado. De hecho, cada nueva estimación fue lo suficientemente grande como para explicar todo el aumento por sí mismo. El científico John Worden del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California, y sus colegas se centraron en los incendios porque también están cambiando a nivel mundial.

El área quemada cada año disminuyó aproximadamente un 12 por ciento entre principios de los años 2000 y el período más reciente de 2007 a 2014, según un nuevo estudio que utiliza observaciones del instrumento satelital del Espectrómetro de imágenes de resolución moderada de la NASA.

La suposición lógica sería que las emisiones de metano de los incendios han disminuido en aproximadamente el mismo porcentaje. Usando mediciones satelitales de metano y monóxido de carbono, el equipo de Worden descubrió que la disminución real de las emisiones de metano era casi el doble de lo que sugeriría.

Cuando el equipo de investigación restó esta gran disminución de la suma de todas las emisiones, el presupuesto de metano se equilibró correctamente, con espacio tanto para el combustible fósil como para los humedales. La investigación se publica en la revista Nature Communications.

La mayoría de las moléculas de metano en la atmósfera no tienen características de identificación que revelen su origen. El rastreo de sus fuentes es un trabajo de detective que involucra múltiples líneas de evidencia: mediciones de otros gases, análisis químicos, firmas isotópicas, observaciones del uso de la tierra y más.

El reto europeo de limpiar el aire

Tras la salida de EE UU del Acuerdo de París, la lucha contra el cambio climático busca un nuevo líder

La lucha contra el cambio climático dio un paso de gigante hace dos años, cuando los representantes de cerca de 200 países pactaron el Acuerdo de Paríscon el objetivo de impedir que el aumento medio de la temperatura del planeta supere un nivel de entre 1,5 y 2 grados a final de siglo respecto a los niveles preindustriales. Sin embargo, este compromiso se tambaleó en junio con la salida de EE UU anunciada por Donald Trump, que ha sembrado de dudas el devenir del acuerdo y ha acabado por rebajar la ambición de los Gobiernos europeos, sobre los que recae ahora el reto de limpiar su modelo energético. Este ha sido el tema del debate organizado por EL PAÍS con el patrocinio de Acciona de este miércoles, en el que quedó patente que, pese a las dificultades, el compromiso alcanzado en París marca un antes y un después en el cambio de modelo eléctrico.

La rebaja en la ambición de los Estados miembros de la UE se constató en la reunión del Consejo Europeo celebrada en Bruselas este lunes. Fue una negociación larga y complicada entre los ministros de Energía de los 28 países miembros. ¿El resultado? La Comisión Europea sacó adelante una propuesta más suave que la inicial, el llamado paquete de invierno lanzado a finales de 2016. “El cambio climático va muy deprisa y las decisiones políticas demasiado lentas”, se lamentó en el debate José Blanco, diputado del Parlamento europeo, que añadió: “Muchos de los Estados que fueron a aplaudir el Acuerdo de París ahora son los menos ambiciosos para trasladarlo a la legislación europea”.

De esta forma, el cumplimiento del pacto alcanzado en la capital francesa depende, en gran parte, de la disposición de los países de la UE: “Tenemos que ir más allá en objetivos de renovables, en potenciar el autoconsumo y que los biocombustibles de primera generación no crezcan”, dijo Blanco. La propuesta realizada por la Comisión (el Parlamento Europeo cerrará su posición en febrero) rebaja su postura en tres aspectos principales: marca como objetivo de renovables el 27% para 2030, lo que demuestra la escasa intención de forzar la máquina en este sentido (con las medidas actuales, los informes ya sitúan la cuota en el 24,3% para dicho año); se alargan las ayudas a las plantas de carbón (las que más gases de efecto invernadero emiten); y se prolonga la vida de los biocombustibles de primera generación, los elaborados a partir de materias primas alimenticias como el aceite de palma (la propuesta pasa de limitar su cuota al 3,8% en 2030 a elevarla al 7%).

“La senda que marca el resultado del Consejo es contraproducente y llegará tarde. Es decir, en 2020 habrá que revisar al alza y resulta que lo que se está planteando esta semana ya está por debajo de esa previsión”, aseguró Teresa Ribera, directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI).

Blanco también rechazó los objetivos marcados: “Es incomprensible que el Consejo marque el objetivo de las renovables en el 27% para 2030 cuando el coste-eficiencia ya sitúa a estas energías en el 34%, según el informe de la Agencia Internacional de las Energías Renovables”, afirmó. Esta es una de las razones, según Ribera, que ha convencido a algunos países con economías emergentes para subirse al carro de la transición energética. “Es paradójico, pero estos Estados son los que han entendido mejor que tienen que avanzar en este sentido. Saben que se juegan mucho y que lo tratan como un objetivo geopolítico de primer orden”.

UNA NUEVA LEY VERDE PACTADA

El Gobierno de Mariano Rajoy se comprometió a aprobar una Ley de Cambio Climático y Transición Energética. E intenta conseguirlo con el consenso de una parte importante del arco parlamentario. “Los partidos políticos tenemos la oportunidad de llegar a un acuerdo para decidir el camino que vamos a recorrer y la velocidad que queremos llevar en la lucha contra el cambio climático”, aseguró la directora general de la Oficina Española de Cambio Climático y Transición Energética. Una ley que, según dijo Valvanera Ulargui, incluirá las medidas que propone España sobre el carbón para cumplir los objetivos. Joaquín Mollinedo, director general de relaciones institucionales de Acciona, reclamó que esta nueva ley sea transversal: “Tiene que abordar el problema desde todos los sectores, no nos podemos conformar solo con una ley para el sector eléctrico”.

Pese a todas las dificultades, el Acuerdo de París es la mejor opción posible, como explicó Valvanera Ulargui, directora general de la Oficina Española de Cambio Climático y Transición Energética. “Es el mejor acuerdo que se podía alcanzar entre la comunidad internacional. De hecho, la salida de EE UU no la ha secundado ningún otro Estado y hay un cambio de poderes evidente en política climática y energética”. Esta situación abre la posibilidad al cambio de liderazgo internacional para dirigir el cambio de modelo. “La Unión Europea tiene la oportunidad de convertirse en la bandera de la transición eléctrica”, dijo el eurodiputado socialista.

Descarbonizar la energía

La transición energética ineludible que se viene pasa por la electrificación de la energía y la descarbonización. Algo que se debe conseguir a través del desarrollo, sobre todo, de energías renovables. “Es el modelo más eficaz en la lucha contra el cambio climático y, además, es el más eficiente en términos económicos. No lo tenemos que entender como un modelo de costes, sino de inversión, generador de riqueza y de empleo”, insistió Joaquín Mollinedo, director general de relaciones institucionales, sostenibilidad y marca de Acciona. De esta forma, según Mollinedo, la transición eléctrica no se debe frenar por problemas económicos. “Es más rentable a medio y largo plazo. El coste contra el cambio climático es menor que el de mantener las tecnologías tradicionales”, afirmó el director general de relaciones institucionales de la compañía eléctrica.

Como prueba de ello, Ribera puso como ejemplo el monte económico dedicado a subvenciones al carbón en las últimas décadas, en lugar de invertir en otro tipo de desarrollo para la zona. “España ha dedicado 28.000 millones de euros en ayudas al carbón. ¿Era esa la mejor decisión del gasto público con posibilidades de futuro para las comarcas en las que se hizo?”, se preguntaba la directora del IDDRI.

El debate sigue abierto pese a la necesidad de cambiar el modelo y no cesa la aparición de obstáculos en esta transición hacia las energías limpias. Por ejemplo, con el citado sector del carbón. Hay países en los que tiene todavía un peso importante en su economía y sus gobernantes luchan por mantener su presencia activa. Algo que ha ocurrido con España, lo que criticó en el debate Fernando Ferrando, presidente de la Fundación Renovables: “Me preocupa que el único acto de soberanismo que hace España frente al sector privado sea apostar por mantener abiertas las centrales de carbón cuando las propias empresas no quieren seguir”, dijo Ferrando. Aunque su reprobación no fue solo contra el Gobierno actual: “Estoy encantado con la propuesta socialista actual, pero la última Proposición no de Ley a favor del carbón la hizo el PSOE. Todos los partidos son pro-renovables, pero acaban votando leyes a favor del carbón”, insistió.

En el caso español, la transición energética ya ha comenzado y ofrecerá ventajas importantes para el país. El mayor beneficio será reducir la dependencia energética que tiene España y evitaría la alta importación de combustibles fósiles que necesita en estos momentos. “Entre enero y septiembre de 2017 hemos importado 30.000 millones de euros en combustibles fósiles, un 41% más que en el mismo periodo del año anterior”, recordó Mollinedo. Unos costes que desaparecerían o, al menos, se reducirían si la generación de energía limpia prolifera y aumenta su cuota de mercado.

Carrera contrarreloj

“Estamos en una carrera contrarreloj y los Gobiernos van por detrás de la sociedad. Esto supondrá un coste mayor y más sufrimiento”, aseguró Teresa Ribera. Algo con lo que coincidió Fernando Ferrando: “Estamos perdiendo el tren porque no somos consecuentes entre lo que prometemos y lo que hacemos. No hay un problema tecnológico, lo que hay es un problema de liderazgo. Los representantes políticos tienen que ser consecuentes y coherentes para afrontar el cambio de modelo”, defendió el presidente de la Fundación Renovables.

Desde Acciona se entiende asimismo que es el momento de tomar decisiones importantes sobre las políticas públicas en Europa. “Esperamos que el diálogo entre las instituciones europeas sea productivo y acabe con el aumento de la ambición en los objetivos marcados para combatir el cambio climático”, dijo Mollinedo. Si se fija el foco en el Gobierno español, Ribera avisó de que ya van con retraso en esta toma de decisiones. “Hace falta una respuesta más clara y contundente de España para anticiparse al cambio de modelo que viene y no ir a remolque o, incluso, quedarse atrás”, dijo la directora del IDDRI.

En esta línea, sobre la dificultad en la toma de estas decisiones, el eurodiputado José Blanco lo justificó por los muchos intereses que hay en juego. “Todos los intereses son legítimos, pero debe prevalecer el futuro del planeta. Eso es lo que debe de condicionar a todos”, defendió el exministro de Fomento. Asimismo, José Blanco se mostró crítico con la ampliación de la vida de los biocombustibles: “No se entiende que mantengamos los biocarburantes de primera generación cuando tienen contraindicaciones probadas desde el punto de vista medioambiental”. Fernando Ferrando, a este respecto, culpó en parte al sector del automóvil: “Cuando se habla de biodiesel, no se trata de los agricultores de soja en Indochina. De lo que se habla es de mantener los motores de combustión interna en vehículos frente a los eléctricos”.

¿Qué países emiten más CO2?

"Estamos perdiendo la batalla", dijo el presidente francés Emmanuel Macron, hace escasos días en el encuentro One Planet Summit.

El dirigente alentó a los países a redoblar sus esfuerzos contra el calentamiento del planeta, y planteó el problema como una lucha a vida o muerte por la supervivencia de la Tierra y sus habitantes. A la vista de los hechos acertó: cada día mueren árboles y plantas, los glaciares se derriten, las costas merman, aves y peces desaparecen, las tierras se vuelven eriales y se extinguen especies de insectos que no volverán.

El enfriamiento de la Tierra pasa por atajar las emisiones de dióxido de carbono, un gas que proviene principalmente del uso de combustibles fósiles como el carbón o el petróleo. El CO2 es además el mayoritario de los llamados de efecto invernadero, aquellos que provocan el calentamiento del planeta al impedir que escapen las radiaciones infrarrojas que se producen de manera natural. La cantidad de gas que el mundo expulsa a la atmósfera no ha dejado de crecer: desde 1960 se ha multiplicado prácticamente por cuatro y desde 2005, año de entrada en vigor del protocolo de Kioto, se ha incrementado un 22%.

China, Estados Unidos, Rusia, India y Japón encabezan, en ese orden, la clasificación de emisiones absolutas de los últimos cinco años. Representan además alrededor del 57% de las 36 gigatoneladas generadas en 2016 en el mundo. Excepto Estados Unidos, las otras cuatro potencias están entre las 197 naciones que suscribieron en 2015 el histórico Acuerdo de París. 

El pacto compromete a los países desarrollados y no desarrollados a presentar propuestas para paliar el fenómeno. También limita el calentamiento planetario: de aquí a fin de siglo, la temperatura no debe aumentar más de dos grados centígrados respecto a la época preindustrial. Según el consenso científico, de cumplirse este baremo se podría evitar el desastre climático.

España, firmante del pacto de París, ocupa el vigesimocuarto lugar en la clasificación mundial de emisores. En los últimos once años, el dióxido de carbono emitido ha caído un 26%, según el último balance publicado por el Gobierno. Gran parte de la reducción se sustenta en el impulso a las energías renovables vivido desde 2005. 

El balance para 2017, sin embargo, no se perfila halagüeño. La escasez de lluvias y los bajos niveles de agua embalsada han redundado en un aumento del uso del carbón y, en consecuencia, de los niveles de CO2. El clima, en el caso particular de España, es un marcador habitual de la tendencia de las emisiones.

Con objeto de lograr una economía baja en carbono, la Comisión Europea ha establecido distintos tramos de reducción de emisiones para los próximos años: un 40% menos en 2030, un 60% menos en 2040 y un 80% menos en 2050, siempre en relación a los niveles de 1990.

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